Asunto Impreso

Reseña de Aquellos días de tanto frío, de David Voloj, que se presenta en la Feria del Libro

Una atmósfera densa, formada por diferentes expresiones de violencia contenida, atraviesa muchas de las historias de este libro de David Voloj. Por Juliana Rodríguez

El ejercicio de hallar un hilo que vincule los cuentos reunidos en un libro muchas veces puede derivar en asociaciones forzadas, cuando no en lecturas selectivas.

En el caso de Aquellos días de tanto frío (Factotum), del escritor David Voloj, un primer comentario general podría detenerse en que casi todos los cuentos están escritos en una primera persona desde la cual se intenta acceder a las muy distintas perspectivas de los personajes, incluso las más incómodas.

Pero hay algo más que atraviesa muchas de esas historias y es una atmósfera densa, formada por diferentes expresiones de violencia contenida. Como el viento helado que anuncia una tormenta trayendo desde lejos hojas y palitos, aparecen indicios de esa oscuridad hasta que algo las deja salir.

Así por ejemplo, cuentos como “Sacrificio” o “Guillermo Tell” se asoman a relaciones familiares teñidas por el uso de la fuerza, de las armas y de la violencia doméstica; mientras que “Siestas en casa” comienza de manera juguetona contando la vida en pareja de un hombre joven que, impulsado por un sentido comedido de la cortesía, termina descubriendo que no es tan buena persona como cree.

Hay, también algunos relatos más cercanos al comentario social, como “Recurso de amparo”, que intenta ponerle cuerpo a paquetes de ideas conservadoras en boga, a través del vínculo denso entre una madre y un hijo. En sintonía está “Mi hermano más chico”, relato en el que el amor dispar de una madre por sus dos hijos desemboca en una revancha inesperada y esperanzadora.

Cuatro cuentos se toman licencia de ese realismo, o lo exacerban hasta llevarlo a extremos que le dan a los textos otra vitalidad.

Uno es el cuento que da título al libro, en el que la obsesión de un hombre por una mujer lo lleva a obligarla a ser madre sin su consentimiento, ayudado por la ciencia. Una auténtica pesadilla sobre las formas oblicuas que puede adquirir la violencia en la nueva era de la reproducción humana.

Otro es “Recluta de profetas”, que comparte con el anterior el foco de hasta dónde puede llevar el fanatismo, en este caso, religioso. Y hasta dónde puede llegar su anverso: el de los decepcionados.

Los últimos dos, los más luminosos, podrían agruparse como “los cuentos del sueño”. En “El sueño que no podemos compartir”, los sentimientos de una mujer por un hombre que no puede dormir dan lugar a una extraña manera de entender los gestos amorosos. En otro, de gran belleza, “Cerca del mar”, un niño retrata a su papá, que se duerme en todos lados.

En Aquellos días de tanto frío, hay vínculos que son hilos de hebras frágiles y otros, grilletes.

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