por Angie Pagnotta
Por una entrevista en el portal ‘’Noticias día x día’’ llego a una entrevista al autor donde manifiesta que su segunda novela Que todo se detenga (Galerna, 2015) tiene como protagonista al personaje que reaparece en Lila. Dice Unamuno sobre Que todo se detenga “Son tres capítulos, cada capítulo es un día, arranca el domingo, sigue el sábado y pasa al viernes, se lee de atrás para adelante, en términos cronológicos. Es la recaída en la droga de su protagonista, un nihilista, personaje descreído de todo. Muchos lo han llamado como el último escupitajo de los 90. Es una persona residual de esa generación que no creyó en nada, que convivio con la despolitización, el vaciamiento del Estado. Después tuvo algún coqueteo con la militancia del primer kirchnerismo pero también se desencantó de todo. La novela son sus días despotricando contra todo eso". La periodista Claudia Ainchil le pregunta entonces qué está escribiendo por esos días y Unamuno contesta: "La reaparición de este personaje, sobre un femicidio (…)". Entonces de inmediato caigo en que Lila es esa historia, ese femicidio y pienso que es seguramente premeditada la publicación de esta novela y también la necesidad de exponer esta trama que, lamentablemente, convive con nosotros a diario, en la vida real. También pienso que estamos a un día de que se vote en diputados sobre la legalización del aborto y no puedo olvidar que páginas atrás (instantes atrás en el que escribo esta reseña) el protagonista Germán Baraja, le dice a su pareja Lila una frase terrible: “Ya que tan a favor te mostraste últimamente, ahora vas a abortar“.
Dicho lo anterior, me queda indagar en parte de los rasgos salientes de la prosa de Unamuno, prosa que lamentablemente desconocía pero que, gracias a este libro, encontré y, seguramente, me dejará atenta en sus próximas y anteriores publicaciones, porque leer a un autor también abre la puerta a conocerlo en su obra completa, sobre todo cuando nos conmueve o nos atrapa, como ocurre en este caso.
Muchos son los reparos destacados en esta novela, y se podría decir que aquí se ilustran casi con ojo clínico los detalles enfermizos, cínicos, viscerales y aborrecibles de un personaje sumido en el odio, la destrucción y la venganza y, ciertamente, esa forma de hacerlo y de elaborar la neurosis de Baraja, hacen de su autor un riguroso cirujano que contará con detalles la psiquis pero también la necesaria destrucción de su personaje. La forma no escapa al contenido que, como dije, llega en un álgido momento social en el que los albores y pareceres respecto al femicidio, al aborto y a los derechos de la mujer están debatiéndose, poniéndose sobre la mesa y, este libro, de forma excepcional retrata y registra parte de esa coyuntura social y trágica que ocurre pese a nuestra militancia.
La mirada de Unamuno posa sobre detalles y observaciones nítidas que aportan claridad a una ambientación densa y abrumadora en la que el lector se sumerge por completo y de inmediato. Sabores, olores, sentimientos, furias, enojos, cocaína, alcohol, sexo y violencia son solo alguna de las mareas por las que el escritor nos invita a naufragar y allí vamos, en una contorsión incómoda pero necesaria donde late fuerte la idea de asco y empatía, casi con la misma exactitud.
Tan impactante y abrumadora como necesaria, Lila se construye sobre la miseria, la cobardía y la desdicha de un hombre que, lejos de sentir culpa, atraviesa el lapsus de tiempo entre el que asesina a su pareja y repasa la historia que la formó a ella como su mujer y, con el correr de la narración, lo justifica y lo convierte en ese que ahora es, con esa cobardía que —en sus palabra— ha ido demasiado lejos. Así, desde esa derrota, desde esa cobardía, se construyen los escombros de ese hombre violento y fatal, de ese personaje nefasto pero magistralmente narrado que empuña y desnuda Unamuno, convirtiendo a esta novela en una obra atrapante, intensa y necesaria.