Asunto Impreso

La identidad es un centro que se desplaza

“No parecía una madrugada tan diferente a cualquier otra, solo que ese martes 6 de septiembre de 2005, los dos íbamos a dejar Tandil para subirnos a un micro y hacer más de trescientos kilómetros hasta Buenos Aires, al Hospital Durand, donde nos esperaba un estudio de ADN. También estaba citado Daniel Pearson, el hombre al que, a mis dieciséis años y posiblemente después del análisis, podría empezar a nombrar como mi padre."
 
Esteban Godoy, Nadie a quien esperar

 

En Factotum te invitamos a descubrir una gran pluma: Esteban Godoy (Tandil, 1988) y su primera novela: Nadie a quien esperar. 
 
Ambientada en la primera década del 2000, cuenta la historia de Javier Vázquez, un adolescente de 16 años, fanático de tocar la guitarra, a quien su madre obliga a hacerse un examen de ADN para constatar sus sospechas: que es hijo de un vecino.
 
Para semejante trámite, madre e hijo deben trasladarse desde Tandil a Buenos Aires. El viaje abrirá en Javier un nuevo horizonte que trasciende la posibilidad de tener un padre, y consiste en el diseño de un futuro personal: imaginarse por fuera de los límites de la vida de pueblo, donde todos se conocen, saben todo de los demás y la siesta se duerme religiosamente.
Con un lenguaje coloquial y contemporáneo, Godoy construye una primera persona sensible, por momentos exasperada o impiadosa, que no para de pensar pero que calla más de lo que dice. Y a su alrededor personajes entrañables y enigmáticos como la abuela o Daniel Pearson. 
 
Novela de iniciación y de búsquedas, Nadie a quien esperar tira del hilo de la figura paterna y al otro lado encuentra motivos nuevos para dejar atrás lo conocido. 

 

"Hallar la propia identidad no es solo descubrir el origen concreto de nuestra existencia sino el modo en que nos paramos en el mundo cada día. Esta primera novela de Esteban Godoy da pleno testimonio de esa búsqueda."
Alejandra Laurencich


"Un escritor de raza, un buscador nato, un artista capaz de regalarnos una alegría imperdible: la alegría eterna de los momentos de belleza."
Pablo Ramos

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