La trama transcurre casi en su totalidad en una casa, donde un abuelo se encuentra con su nieto, más grande que él.
Castagnet, con esta novela ganó el Premio a la Joven Literatura Latinoamericana otorgado por Francia en Buenos Aires a través de la Casa de Escritores Extranjeros y Traductores, en el año 2012, en su séptima edición.
Eduardo Berti, uno de los miembros del prestigioso jurado que otorgó el premio a esa novela, por unanimidad, dice de ella : “Los cuerpos del verano pertenece a esa familia de grandes obras de ficción imaginativa. Aquellas que construyen un invento dentro de otro invento, desde las mil ocurrencias de Julio Verne hasta la `sound machine´ de Roald Dahl o el `Baby HP´ de Arreola, pasando por los delirantes objetos de El juguete rabioso".
Pero hay más: la tentación utópica -o, mejor dicho, antiutópica- de concebir sociedades o universos. Aquí se trata de un mundo donde los muertos tienen la opción de regresar a un cuerpo, donde internet es la nostalgia de unos abuelos adictos a ella y donde hay nodos en que los muertos se encuentran con amigos que no conocieron en vida. Todo invento impone sus reglas. Y esto ocurre aquí doblemente, ya que el universo creado por Castagnet impone consecuencias que, a su manera, son nuevas reglas: las necrológicas empiezan a indicar quién reencarna en cada cuerpo; la sexualidad actualiza su mecánica. El goce de la `imaginación razonada´ se hace eco en estas páginas, junto con una imprevista cotidianidad del futuro. Y para nosotros, lectores, este mundo significa otra invención, tanto o más decisiva: la de un nuevo escritor que, con este libro, da el anhelado primer paso a la hora de salir al ruedo.